miércoles, 3 de octubre de 2012


Los Qom cosecharon sus primeros maíces, apoyados por la FAUBA

 Uno de los objetivos de la universidad es implementar un programa de mejoramiento participativo en la misma comunidad, para que los Qom seleccionen sus propios cultivos y no dependan de los híbridos comerciales.
El pueblo originario de Formosa traba con agrónomos de la Facultad de Agronomía de la UBA en la producción de alimentos y en un programa de mejoramiento participativo para que seleccionen sus cultivos en el lugar y no dependan de híbridos comerciales, que los obligan a comprar semillas.





























El pueblo originario de Formosa traba con agrónomos de la Facultad de Agronomía de la UBA en la producción de alimentos y en un programa de mejoramiento participativo para que seleccionen sus cultivos en el lugar y no dependan de híbridos comerciales, que los obligan a comprar semillas.
Desde hace un año, la comunidad Qom "Potae Napocna Novogoh" (La Primavera) de la provincia de Formosa trabaja junto a docentes e investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y de otras universidades en el desarrollo de su agricultura. A partir de esta iniciativa, cuyo objetivo es lograr que el pueblo produzca sus propios alimentos y comercialice los excedentes, recientemente se realizó con éxito la primera cosecha de maíces donados por la Federación Agraria y desarrollados por el programa de mejoramiento de la FAUBA.

Es la primera vez que esta comunidad originaria de Formosa recibe la visita y el apoyo técnico de agrónomos, y las expectativas son grandes. Si bien su cultura ancestral se asocia a la caza y la recolección, el aumento de la población sumado a la erosión de la biodiversidad y a la reducción de su territorio, hoy exige una fuente complementaria de alimentos, mediante la utilización de parte de su suelo en agricultura y en la cría de animales como fuente de proteína.
Uno de los objetivos de la universidad es implementar un programa de mejoramiento participativo en la misma comunidad, para que los Qom seleccionen sus propios cultivos y no dependan de los híbridos comerciales, que los obligarían a comprar las semillas ante cada siembra. La obtención de materiales genéticos propios facilitaría la continuidad y la independencia de la producción.
Gustavo Schrauf, docente de Genética de la FAUBA, y uno de los voluntarios de la facultad que viajó recientemente a Formosa, se refirió a la primera cosecha de maíz: "Los rendimientos fueron muy buenos, incluso en los suelos salinos. Probablemente durante todo este año van a poder alimentar a sus animales con esta cosecha", dijo, y explicó que "como no tenían bolsas ni capacidad de almacenar, las mazorcas de los maíces fueron dobladas en las plantas a campo para reducir el daño de pájaros y por lluvia. De ese modo se cosecharon gradualmente, según sus posibilidades de venta o necesidades de uso".
Además de brindarles apoyo técnico, la idea es acompañar a la comunidad en la comercialización de sus productos y continuar seleccionándolos en el lugar con el propósito de mejorarlos. La iniciativa ya fue presentada por IncUBAgro COOP (la incubadora de emprendimientos sociales de la FAUBA) ante el Programa Consejo de la Demanda de los Actores Sociales (PROCODAS) y está bajo evaluación. Con ello, buscan obtener financiamiento para que la comunidad pueda progresar en la obtención de un material genético propio de maíz a través del mejoramiento participativo, con la colaboración de Ana Bróccoli, investigadora de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. También se plantea comenzar a multiplicar razas nativas de maíz propias de Formosa, con las cuales trabaja Julián Cámara Hernández, docente de Botánica de la FAUBA.
"El potencial productivo del área es alto y las dificultades técnicas subsanables. La falta de herramientas de trabajo y los problemas de comercialización son los más relevantes", sostuvo Schrauf.
La deuda
El vínculo entre la comunidad Qom y la FAUBA comenzó en 2011, luego que el cacique Félix Díaz visitara la facultad junto al escritor y periodista Osvaldo Bayer para disertar sobre la situación de los pueblos originarios en relación a la tenencia de las tierras. La presentación derivó en un pedido de ayuda para iniciar trabajos agrícolas en la comunidad. Así fue cómo la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria (CALISA) de la FAUBA formó un grupo de trabajo para elaborar diferentes líneas de apoyo.

"Es un acercamiento a una comunidad concreta, para trabajar sobre una problemática generalizada en distintas zonas del país, en las que participan más de 800 comunidades de pueblos originarios. Es una situación muy fuerte que tiene que ver con los territorios de numerosos pueblos originarios de nuestro país", dijo Carlos Carballo, coordinador de la CALISA. Además, destacó la ayuda de la antropóloga Lorena Cardin, quien trabaja con la comunidad desde hace más de 10 años y que ayudó a establecer los vínculos de confianza entre la FAUBA y los Qom. "Su colaboración fue imprescindible", aseguró.
Según Libertad Mascarini, docente de la Cátedra de Floricultura de la FAUBA, quien también participó de la visita a La Primavera: "El Estado tiene una deuda muy grande con los pueblos originarios. Desde la FAUBA queremos asistirlos en la implementación de nuevas técnicas de producción, que estén integradas a su cultura, no asociadas a la rentabilidad".
En este sentido, destacó que en la región que habitan los Qom en Formosa existen ejemplares de las palmeras Pindó, que poseen un alto valor en el mercado internacional. "Queremos hacer propagación sin depredar el monte. Hay muchas otras ornamentales y riqueza nativa que, sin descuidar la naturaleza, pueden convertirse en una fuente de ingreso", apuntó.
"El viaje fue sumamente necesario para repensar nuestra actividad en la Comunidad. La distancia es un escollo difícil de saldar. Resultaría fácil de interactuar si se tuviese vínculos con el INTA IPAF (Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar) o la Universidad de Formosa", dijo Schrauf.
Y concluyó: "Queremos colaborar en su producción de alimentos combinando zonas de monte con otras de suelos laboreados, su cultura ancestral en relación al medio, el mantenimiento de la biodiversidad y la calidad de su hábitat. Lograr esta armonización, respetando su manera de entender al hombre en su ambiente como un todo, constituye un desafío y una oportunidad de aprendizaje para todos los involucrados".

Facultal de Agronomía
UBA

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