miércoles, 10 de octubre de 2012


IMPORTANCIA DE CONTAR CON PROTOCOLOS OBJETIVOS DE CONTROL

“Trabajar sobre el bienestar animal es una estrategia para ser más eficiente”

Entrevistamos a Xavier Manteca, quien visitó nuestro país con el objetivo de difundir el impacto económico de la disciplina en la producción de leche.


¿Y los terneros? “Hay que tener en cuenta el stress por frío, hasta los 15 días de vida”.
¿Y los terneros? “Hay que tener en cuenta el stress por frío, hasta los 15 días de vida”.
De visita en nuestro país para dictar una serie de capacitaciones técnicas que Boehringer Ingelheim estará realizando sobre el bienestar animal y su impacto en la producción de leche tanto en Argentina como en Chile, el especialista español Xavier Manteca, dialogó con este Periódico MOTIVAR.
Vale mencionar que el licenciado en Veterinaria es catedrático del Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos de la Universidad Autónoma de Barcelona, lugar en donde se encuentra radicado un centro de educación sobre el bienestar de animales de producción. “El FAWEC es una iniciativa común entre Boehringer y la universidad, que está en marcha desde principios de este año y tiene como algunos de sus objetivos los de realizar capacitaciones específicas para médicos veterinarios y producir documentos que resuman los problemas ligados al impacto de la problemática en las distintas especies”, explicó nuestro entrevistado.

MOTIVAR: ¿Existen parámetros objetivos para medir esos impactos?
Xavier Manteca: Uno de los aspectos más importantes de la investigación en este tema tiene que ver con la posibilidad de desarrollar protocolos que permitan evaluar impactos.
Existen indicadores objetivos a partir de los cuales hoy se pueden identificar problemas y, fundamentalmente, evaluar si las medidas correctivas generan realmente lo que se espera de ellas.
Estos protocolos, por ejemplo para el caso de la producción láctea, incluyen cerca de 50 ítems, que se pueden agrupar en cuatro grandes grupos. En primer lugar, el alojamiento de los animales (impacto del stress térmico, etc.); luego cuestiones ligadas a su salud (problemas de patas y mastitis, etc.); también la alimentación (porcentaje de vacas con una condición corporal por debajo de un mínimo deseable, etc.) y por último, temas vinculados con el comportamiento (agresiones, peleas, etc.). Existe también un test a partir del cual quien lo aplica se acerca a las vacas (ubicadas en fila, una detrás de la otra) y mide la distancia a partir de la cual el animal se aparta. Esa distancia está correlacionada con la producción.
Hoy estamos hablando de parámetros concretos, objetivos y totalmente validados que reflejan en qué situación se encuentra la hacienda.

¿Y el manejo del dolor?
En lo que hace a los parámetros medibles vinculados a la sanidad, uno de los criterios involucrados está ligado a que en los campos se realicen o no prácticas que puedan causar dolor en los animales y, en el supuesto de que se realicen, detectar si se emplean o no métodos paliativos, como los analgésicos.
El dolor puede ser consecuencia de enfermedades o lesiones y, lógicamente, genera en la vaca una respuesta de stress, cambios hormonales y de conducta, que la llevan a comer menos y, por ende, disminuir su producción.

¿Y los terneros?
Un tema clave a tener en cuenta en este caso es el del stress que sufren estos animales por el frío, fundamentalmente cuando tienen menos de 15 días de edad.
También debe prestársele mucha atención a algunas patologías puntuales, como la incidencia de las diarreas y las enfermedades respiratorias, entre otras.

¿Existen mitos establecidos alrededor de la disciplina?
No sé si es un mito, pero hay una idea muy extendida entre algunos productores de Europa en cuanto a que mejorar el bienestar de los animales cuesta mucho dinero y es un lujo que pueden darse en épocas de bonanza.
Esa visión está equivocada. Fundamentalmente en el caso de la lechería, los problemas de bienestar son también productivos y generan impactos negativos.
Por lo tanto, más que algo que podemos permitirnos el lujo de corregir cuando las cosas van bien, es algo que no se debe ignorar, fundamentalmente en momentos difíciles. Mejorar el bienestar de los animales es una estrategia para producir de manera más eficiente.

¿Cuál es el rol del personal de campo?
En diversos estudios que se realizaron para medir el costo beneficio de las diferentes estrategias que apuntan a mejorar el bienestar de los animales se concluye la forma más rentable de hacerlo es capacitando al personal. Aún con recursos limitados, se debe formar a las personas en estos temas en base a un sustento teórico, pero fundamentalmente en cuestiones prácticas.
“El FAWEC es una iniciativa común entre Boehringer y la Universidad de Barcelona que tiene como uno de sus objetivos el de realizar capacitaciones específicas para veterinarios”.

¿Hay alguna producción en la cual se destaquen más los beneficios?
Desde lo regulatorio, la Unión Europea se ha enfocado en mayor medida sobre las actividades intensivas como las de aves y cerdos. Sin embargo y desde el punto de vista económico, el hecho de mejorar el bienestar demuestra efectos especialmente pronunciados en animales con ciclos productivos largos y en los que el valor económico del individuo es alto. Por ejemplo, la vaca de leche.

¿Por qué los veterinarios deben abordar el tema?
Porque permite realizar un trabajo práctico (a campo) tanto con los animales, como con los productores. Además, estamos hablando de un tema trascendente a nivel global y no se lo puede ignorar. Se trata de una disciplina con un bagaje científico detrás; no son opiniones, ni visiones particulares: existe mucha información científica acumulada, protocolos validados, etc. De aquí la importancia de formarse en el tema e incorporarlo; sobre todo porque el bienestar de los animales -bien entendido- representa una herramienta para mejorar la producción.
Quienes se dedican a la lechería, deben manejarlo de la mano con la sanidad y la nutrición, por ejemplo.
No pueden obviarlo.

¿Y con la resistencia al cambio de los productores?
Los cambios asustan, no hay dudas. Por lo tanto, cuando se brinda este mensaje, debemos hacerlo de forma constructiva y, si se puede, dándole la iniciativa a ellos. Uno no puede llegar a un establecimiento y decir que todo está mal y se lo debe cambiar. Sin embargo, le podemos preguntar al ganadero qué problemas cree él que tiene en su campo. Muchas veces ellos son los primeros en identificarlos para después discutir posibles estrategias a seguir.
“Existen indicadores objetivos para identificar problemas ligados al bienestar animal y evaluar si las medidas correctivas generan realmente lo que se espera de ellas”.

¿En qué situación están las normativas europeas?
Las autoridades han decidido dejar de promulgar nuevas directivas hasta tanto todas aquellas que han sido ya promulgadas muestren un cumplimiento efectivo en todos los países del bloque. En estos momentos, se está trabajando en la identificación de puntos clave que revelen por qué las normas no se adoptan. Cuando ese proceso culmine, entiendo que existen una docena de informes que seguramente se convertirán en nuevas normativas, las cuales afectarán, por ejemplo, a los vacunos de leche y a la acuicultura. En los próximos 10 o 15 años, las legislaciones de la UE en este sentido no harán más que aumentar.

¿Y esa misma flexibilidad se tendrá con los países importadores?
Ese es un tema más complicado. La UE ejerce presión para que estas cosas se tengan en cuenta a la hora de importar, pero es complejo que lo logre puesto que los organismos ligados con el comercio internacional son reacios a incorporar lo que llaman “cuestiones éticas” en sus regulaciones. Más allá de esto y aunque no existan trabas oficiales a la importación, es el sector privado el que hoy marca los límites y exige el cumplimiento, inclusive, de sus normas internas.

¿Y con la producción de porcinos?
Por ejemplo, España es el segundo productor de carne de cerdo de la UE -después de Alemania- y sus productores son críticos con la normativa comunitaria.
De hecho, se ha planteado una moratoria (que no fue aceptada) en cuanto a la obligatoriedad de cumplir -a partir del 1 de enero de 2013- con que las cerdas gestantes no estén en jaulas, sino en grupos (lo cual supone cambiar el diseño de las explotaciones). No hay dudas que existe una crisis económica muy grave en toda Europa, especialmente en países del sur como España, y que el sector ganadero está descapitalizado; cuesta mucho conseguir un crédito.
Pero no es menos cierto que sabemos que esto iba a ocurrir desde hace 12 años, tiempo en el cual el sector ha transitado una situación muy distinta a la actual.
Quizás el problema haya sido que tanto desde el sector veterinario, como incluso desde las autoridades no se transmitió de forma clara que esto efectivamente iba a ocurrir y se dejó a los productores pensar que nada iba a cambiar.
Para que esto no vuelva ocurrir, lo que hay que hacer es implicarse activamente en los cambios. Temas como el medio ambiente, la trazabilidad y el bienestar de los animales serán cada vez más importante de cara al futuro.

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