miércoles, 25 de julio de 2012


Una realidad estructural, más allá de la sequía 

El Medio Oeste está hecho un fuego y Chicago bate récord sobre récord. Es la peor sequía de los últimos 25 años en los Estados Unidos.
En un contexto donde la oferta y la demanda mundial de granos están en el límite, un suceso de esta magnitud no hace otra cosa que impulsar la suba de los precios.
Este escenario ya es estructural para la agricultura y lo seguirá siendo para los próximos años. Basta que el clima juegue una mala pasada en alguna región del mundo relevante para la producción de granos para que la volatilidad sea la palabra más escuchada. Y mientras persista la crisis financiera y haya capital necesitado de encontrar un refugio seguro en las commodities habrá que acostumbrarse a que Chicago refleje los sobresaltos.
En ese contexto, habrá que ver qué actitud adopta el gobierno argentino. El anuncio de la presidenta Cristina Kirchner de autorizar la exportación de 15 millones de toneladas de maíz para la campaña 2012/13 es un incipiente cambio de tendencia. Nunca se había autorizado la liberación de semejante volumen antes de la siembra. Lógicamente hay razones para tomar el anuncio con una elevada dosis de escepticismo. En primer lugar porque la decisión de abrir o de cerrar el mercado está en manos de un solo funcionario, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno. De hecho, ya dispuso que los 15 millones sean repartidos entre las empresas que conforman la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (CIARA) y la Cámara de Argentina de Productores y Exportadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), que preside Ider Peretti. Moreno estableció que 11 millones de toneladas fueran para Ciara y el resto para Capeco (ver página 3).
El descuento de 30/40 dólares por tonelada que los productores han tenido en las últimas campañas obra como un disuasivo para quienes piensen que el maíz es una apuesta segura.
Sin embargo, con una cobertura de precios para la próxima campaña el cereal pasa a recuperar el terreno que hasta hace pocas semanas había perdido. Y si se tiene en cuenta que todavía no se conoce con exactitud la caída de los rendimientos en los Estados Unidos, los precios pueden seguir en ascenso. Hasta antes del salto de las cotizaciones de Chicago, las primeras estimaciones daban cuenta de una caída del área sembrada con maíz de entre un 30 y un 50 por ciento.
No se sabe si por la necesidad de contar con dólares o porque han interpretado correctamente el contexto internacional, el Gobierno ha decidido dar un paso más audaz del que hasta ahora había dado.
Eso sí, sigue negando que la vocación de Moreno por controlar y ahogar los mercados no hace otra cosa que desalentar a la producción. El año pasado había quienes alentaban la siembra de trigo porque se veía que los precios eran atractivos. Los productores respondieron, pero el Gobierno insistió en ponerle un cepo al cereal y, nuevamente, provocó una transferencia de recursos desde el primer eslabón hacia la exportación. Así, el trigo de la campaña 2011/12 se malvendió. Y ahora, pese a que las condiciones climáticas eran favorables, el área sembrada con el cereal cayó, hasta el momento, un 22 por ciento. Curiosa fue la interpretación que hizo el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, sobre este dato. En una entrevista con el diario Ambito Financiero, dijo que no le preocupaba que hubiera caído el área sembrada con trigo porque era reemplaza con cebada. ¿Yauhar no debería preocuparse por las consecuencias productivas que puede tener una pérdida cada vez más pronunciada del volumen de trigo? Si el Gobierno cree que esto no es importante en tanto se produzcan las seis o siete millones de toneladas que se destinan al mercado interno habría que tener en cuenta que también la “mesa de los argentinos” puede correr riesgos en un futuro si el volumen de la cosecha es ajustado.
Es que tampoco se puede descansar sobre lo que ocurra en el exterior. Y menos todavía si hay otros productos que padecen las consecuencias de la crisis económica internacional. La ganadería tiene ahogados los mercados externos por las restricciones impuestas a las exportaciones en los últimos seis años y la inflación que hizo que el precio del novillo, medido en dólares, sea más caro hoy en la Argentina que en Brasil y en Uruguay. Una eliminación de las retenciones a las exportaciones, impuestas hace siete años, permitiría un leve alivio e incentivaría la producción ganadera.
De igual forma, la obligación establecida a los frigoríficos exportadores de vender cortes baratos debería dejarse sin efecto para no perjudicar todavía más a las industrias, que están padeciendo una dura crisis. La prometida apertura de nuevos mercados, como el de China, no es suficiente si no hay medidas generales para la actividad. Los milagros, como se sabe, no existen.

RESUMEN

3,6
Millones de ha. de trigo
Estima la Bolsa de Cereales

LA FRASE

“Creen que hacen alta política no viniendo al corte de cintas en la Exposición Rural”
Luis Miguel Etchevehere
Vicepresidente segundo de la Sociedad Rural Argentina (SRA).

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