martes, 24 de julio de 2012

Llega el plan “recesión para todos”, que el Gobierno no quiere “anunciar” y desafía relato K



Ninguna actividad ha quedado fuera del “reparto”. Todas sienten los efectos de una economía que se enfría, hasta aquellas que han sido emblemas del discurso oficial. El país enfrenta un escenario muy complejo, que incluye cierres de plantas y suspensiones. ¿Es peor que la crisis de 2009?
Si una empresa tiene problemas, puede caber la duda sobre si esa crisis es apenas un caso aislado o si es lapunta de un iceberg recesivo.
Pero cuando en pocos días se sucede una ola de noticias negativas en 14 empresas de 10 sectores diferentes -sin contar los innumerables casos de pequeñas y medianas compañías que sufren caída de ventas o deben suspender producción- ya no caben dudas: la recesión es un hecho.
La ola de cierresdespidos o cesantías, además de los indicadores sobre caídas de ventas -desde sectores como el de shopping hasta el de la construcción- son de por sí concluyentes.
Sólo en mayo, hubo 5.056 suspensiones 4.826 despidos, según estimaciones de la consultora Tendencias Económicas, que advierte que hay 50.000 trabajadores con problemas de empleo.
Y una característica de esta recesión es que, a diferencia de otros momentos donde había “winners y losers”, ahora el enfriamiento está alcanzando a todos. Incluso a aquellos sectores que suelen ser defendidos desde el discurso oficial y en cuyo nombre se adoptan las políticas económicas.
Después de todo, a nadie extrañaría que estuvieran en crisis las inmobiliarias luego del impresionantederrumbe del 50% en las operaciones.
O que las casas de cambio estén despidiendo personal porque su negocio se achicó un 80% desde que se aplicaran las restricciones para comprar moneda extranjera.
O que una gran cantidad de firmas que importan o exportan se vean afectadas por el cerrojo proteccionista de Guillermo Moreno.
Pero sí llama la atención que el sector automotriz, verdadero emblema de la industrialización del “relato”, figure entre los más golpeados, tanto por las dificultades para traer insumos como por las represalias comerciales contra el país.
Y no sólo sufre la exportación sino también el mercado interno: en junio, por primera vez desde 2009 se registró una caída en la compra de autos cero kilómetro, con un descenso de 12% en términos interanuales.
Determinada a mostrar la mitad del “vaso lleno”, la Presidenta relativizó la caída, y además destacó que los autos de producción nacional ganaron participación en el total vendido. No dijo que, pese a esos números, ya hubo 3.000 operarios suspendidos entre las plantas de Renault y Fiat.
Y, mucho más extraño, también empezó a tener problemas la industria electrónica con base en Tierra del Fuego. Este complejo de ensamblado, en cuya defensa se han justificado las restricciones a las importaciones, ha perdido más de 1.500 puestos de trabajo.
Los productores rurales también se encuentran en un momento complicado. Cada vez con mayores dificultades para soportar la presión tributaria, se han lanzado a una serie de protestas. Esta situación compleja también se hace extensible a los frigoríficos.
Al mismo tiempo, el consumo de electrodomésticos, otro símbolo del boom del consumo, registró en junio una caída de 4,2%. Y, en vez de lamentarse por la situación, la Cámara de la Mediana Empresa se manifestó aliviada porque “se esperaba una caída mayor”.
El mundo sigue ayudandoPero a la hora de señalar rarezas, nada le puede ganar al hecho de que la soja, la exportación estrella de la Argentina -que, en sus diversas variantes, explica un 27% de los ingresos de divisas que entran al país- se encuentra en una imparable carrera alcista, cotizando por encima de los u$s600 por tonelada.
Como para completar el buen cuadro, el precio del petróleo está cayendo, justo en el momento en el que el país, al haber perdido su autoabastecimiento, atraviesa su período energético más difícil en décadas.
Esto ha llevado a que los analistas cuestionaran uno de los enunciados principales del “relato”. Es decir, el precepto de que “el mundo se nos cayó encima”.
“Los problemas que tenemos no son por culpa del mundo. Es todo resultado de restricciones internas y externas, de las dificultades de financiamiento del Banco Central y de tratar de resolver los problemas agravándolos”, sostiene el influyente economista Miguel Angel Broda.
Y diagnostica con esta gráfica expresión: “Esta es la recesión ´al cuete´ más grande de la historia”.
Federalizando el ajuste
Lo cierto es que, lejos de tener su epicentro en sectores como los servicios financieros, la actual recesión se ha manifestado con mayor crudeza en el interior de país, afectando las economías regionales.
Y, por cierto, las dificultades no se limitan a las empresas sino que impactan sobre los gobiernos provinciales, que deben hacer malabarismos para poder pagar sueldos y deudas con proveedores.
Con el trasfondo de las peleas entre el Gobierno central y las provincias por el reparto de fondos -que ya crecen por debajo de la inflación- algunos analistas hacen referencia a un intento de “tercerización” para no afrontar los costos políticos de la recesión.
Se está dando “una suerte de ‘federalización’ del ajuste fiscal”, señala un reporte del Banco Ciudad.
El instituto de estudios económicos de la entidad, que dirige Luciano Laspina, destaca que los fondos que se destinan a ayudar a pagar sueldos crecieron apenas un 5% en pesos (es decir, bien por debajo de la inflación).
En tanto, el dinero para obra pública se expandió, según el analista, apenas un 5% en mayo, frente a 14% en abril y un 25% en marzo.
También el economista Juan José Llach advierte sobre las consecuencias negativas que el elevado gasto público -47% del PBI- traerá sobre la economía real: “Es un nivel muy difícil de financiar para todos”.
Y agrega que “vamos a ver malas noticias, y una de ellas va a ser la obra pública, lo cual va a acentuar la caída de la inversión”.
Como para confirmar estas presunciones, la industria de la construcción registró un descenso de casi el 9%, marcando la mayor baja de la última década.
Esta retracción ocurre por el efecto combinado de la “pesificación forzosa” del mercado inmobiliario -dado que hay reticencia a encarar nuevos proyectos- más la ralentización de la inversión pública.
Las estrellas K también sufren
Curiosamente para un “modelo” que se jacta de su perfil productivista y pro industrial, el sector que aparece más saludable es el bancario, que acusó un crecimiento del 17,8%, mientras que el promedio de la industria cayó 1,5%, de acuerdo con estimaciones del Estudio Ferreres.
Y el costado más dramático de esta retracción productiva ocurre en las provincias que dependen de actividades primarias.
En algunos casos, los problemas se derivan de los “efectos colaterales” de políticas que se empeñaron en mantener bajos los precios internos para el consumo y aplicar restricciones a la exportaciones.
El ejemplo más claro es el de los frigoríficos, una industria que vio cerrar 120 plantas y perder 12.000 puestos de trabajo en dos años, al tiempo que el stock vacuno nacional cayó en 10 millones de cabezas.
En el actual contexto, a nadie le sorprendió demasiado cuando, en los últimos días, se conoció el cierre de Carnes Pampeanas, el mayor frigorífico de La Pampa, dejando sin empleo a 300 trabajadores.
“Lo que está pasando con este sector en el país es la crónica de una muerte anunciada”, denuncia Ulises Forte, exvicepresidente de la Federación Agraria y actual diputado opositor.
Como un reconocimiento tácito de la gravedad de la situación, la propia Cristina Kirchner informó que, a través del programa Recuperación Productiva (Repro), se está brindando asistencia a 34 establecimientos, que nuclean a 2.769 trabajadores.
Más casos de economías regionales en problemas se suceden periódicamente a lo largo y ancho del país, desde los yerbateros del norte hasta los productores vitivinícolas de Cuyo.
Todos con inconvenientes como consecuencia de la pérdida de competitividad, ya sea por atraso cambiario o por tope a los precios establecidos en el mercado interno.
En este contexto, el caso que se transformó en ícono de esta situación es el de la aceitunera Nucete, una típica empresa familiar que anunció el cierre de su planta de La Rioja ante la imposibilidad de seguir costeando un negocio deficitario.
Principal aceitunera de la provincia, esta firma no fue víctima de la mala gestión sino, irónicamente, de laspolíticas “pro-industriales” del modelo.
Ocurre que fueron las represalias comerciales de Brasil -en respuesta al cierre importador diseñado porGuillermo Moreno- las que dejaron a Nucete con los números en rojo.
Ahora, el gobierno riojano aparece con un “parche” a la situación, al aportarle el equivalente a un jornal y medio a los trabajadores por un período de tres meses.
Malas perspectivas
Como elemento común a todos estos casos, subyace el problema de la pérdida de competitividad, derivada delatraso cambiario y también de la insuficiente inversión en maquinaria y tecnología.
La expectativa de los analistas es que el Gobierno evitará una acelerada brusca del dólar, dado que privilegia la compra de divisas a bajo precio para mantener las reservas del Banco Central y teme porque avanzar en una fuerte devaluación eleve aún más la inflación.
“Un dólar tan bajo termina castigando a la producción nacional”, explica el consultor Salvador Di Stefano, quien remarca que los fuertes incrementos de costos y salarios -con un billete verde que crece por debajo- no hace más que encarecer el “Made in Argentina”.
“Se hace cada vez más difícil colocar productos en el exterior, tal como ha sucedido con las papas Mc Cain”, agrega.
Por lo pronto, el problema del cierre importador es de improbable resolución en el corto plazo.
En ese contexto, surgen pronósticos inquietantes, como el de Economía&Regiones, la consultora dirigida por Rogelio Frigerio, para quien, a diferencia de otras crisis recientes -que fueron agudas pero breves- ahora se están sentando las bases para un estancamiento prolongado.
Desde la consultora dan cuenta de que antes un dólar competitivo -que otorgaba una mayor facilidad para exportar- y la aplicación de políticas fiscales y monetarias ayudaban a darle impulso a la economía. Hoy esas herramientas “ya no están presentes”.
Mientras tanto, una encuesta difundida por la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa agrega asidero a los malos pronósticos: para el 77% de los consultados, la economía agudizará su pérdida de puestos de empleo.
El escenario descripto dista bastante de la interpretación que muchos le daban al concepto de “sintonía fina”.
En parte por problemas irresueltos que se arrastran desde hace años -como la inflación, las tarifas congeladas y el dólar anclado- y en parte por la aplicación de remedios que agravaron la enfermedad -como el cepo cambiario y el bloqueo de fronteras- el Gobierno K enfrenta una muy difícil situación.
Y es la de querer escaparle al “plan recesión para todos”, que no estaba en agenda anunciar y que encima choca de frente con el “relato”.

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