jueves, 19 de julio de 2012

La rotación ayuda, pero no evita el problema de la compactación



Destacan que el uso de maquinaria específica, como paratill, dio resultados satisfactorios; vislumbran más soluciones con la transgénesis.
El aporte que hizo Aapresid al agro argentino es inconmensurable. Por la siembra directa, impulsada por ellos y por la cual hasta nosotros fuimos escépticos, dado que nos preocupó la supuesta falta de oxigenación de los suelos que ella acarrearía. Gracias a la siembra directa es que se pudo mantener un nivel de productividad altísimo sin afectar el contenido de la materia orgánica. Hasta permitió la mala práctica del monocultivo.
Aunque hoy ya comienzan a sentirse los efectos nocivos de esta práctica. Como se expresó en La Nacion de esta sección la semana pasada, la rotación impedirá el agravamiento de la compactación, pero no la evitará.
Que la rotación es imperiosa y urgente es una obviedad, ya que todos sabemos, aun los que practican el monocultivo, que todos los años se pierde materia orgánica. Que la estructura radicular de la soja difiere notablemente de la del maíz es otra obviedad.
Por más que la soja tenga raíz pivotante, es una raíz muy pequeña comparada con la cabellera del sistema radicular del maíz. El suelo provisto con la rica masa vegetal que conforma el rastrojo de maíz no sólo mantiene la materia orgánica, sino que protege al suelo de la compactación.
Cuando una rotación racional no es suficiente, y la compactación se produjo, no existe en principio otra alternativa para evitar la labranza tradicional, tan perjudicial, que se opte por el subsolador y, mejor aún, por el paratill. Ambos trabajan por explosión, pero el paratill tiene la ventaja de que también trabaja por vibración.
Experiencia propia
Nuestra experiencia en suelos argiudoles típicos y vérticos ha sido diversa y contradictoria.
En los argiudoles vérticos, donde el horizonte B textural es extremadamente fuerte, nuestra conclusión es que se debe llegar hasta él, pero no penetrarlo. En cambio, en los argiudoles típicos se puede ir hasta una profundidad de 40 centímetros.
Una experiencia interesante fue observar que el efecto fue mayor al segundo año después de haber efectuado esta labranza que en el primero. Es probable que al año de la labranza la evaporación de humedad fuera tal que no se pudo apreciar el efecto de la descompactación.
Con ayuda de la tecnología
Peromás importante aún es el futuro inmediato: son los eventos transgénicos ya aprobados en la Argentina, que combaten el gusano de la raíz y tienen un efecto que no fue deseado por los investigadores pero que tendrá un impacto fenomenal en la Argentina. Los híbridos de maíz que poseen este evento desarrollan un sistema radicular más rico y mucho más profundo que el tradicional.
Aplicando una lógica muy simple, este avance en el campo de la transgénesis debería ser un arma muy importante para la descompactación y, más importante aún, para la productividad.
En 2009, en los distintos lugares que hubo sequía en los Estados Unidos, estos híbridos superaron a los tradicionales.
La transgénesis nos trae nuevamente un elemento que impactará en la productividad y en el rol de la Argentina como fuente alimentaria mundial.
Terminaremos haciendo maíz sobre maíz, recuperaremos la estructura de los suelos y, probablemente, habremos dado un paso muy grande en el terreno de la descompactación.

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