martes, 17 de julio de 2012

La ganadería neuquina tardará años en recuperarse


Cenizas y sequía afectaron fuerte a los planteles. No hubo mortandad en establecimientos organizados, pero fue inevitable vender la hacienda o sacarla a campos fuera de la provincia.

La ganadería neuquina vive tiempos de paradojas. Obtiene precios históricos por el kilo en pie de sus vacunos, pero la combinación de sequías y cenizas ha dejado los campos virtualmente despoblados.
Los ruralistas han debido vender existencias con precios que quintuplican los de hace apenas tres años, pero a la hora de ahorrar ese dinero para volver a repoblar los campos, se encuentran con fuerte incertidumbre por efecto de la inflación y el “cepo” al dólar.
El consumidor final también paga por las distorsiones del mercado: la poca carne neuquina que hay es literalmente “aspirada” al sur del Paralelo 42, desde que se eliminó la barrera sanitaria sur. Y mientras todo esto ocurre, el gobierno neuquino es casi un espectador, porque su principal preocupación no pasa por las vacas ni por los campos, “pasa por el petróleo”.
Éstas y otras reflexiones surgen de una charla con el vicepresidente de la Sociedad Rural del Neuquén, Martín Zimmermann, quien al mismo tiempo destacó el momento excepcional que vive esa entidad, con nuevos desafíos (ver recuadros). La que sigue es una síntesis de la charla con el ruralista.
El cuadro

Zimmermann pintó un crudo diagnóstico de los campos. “Toda la provincia está en emergencia agropecuaria por sequía y los departamentos Los Lagos, Lácar, Collón Cura y Catán Lil además están en desastre agropecuario por la sequía y la ceniza…”, explica.
Esa situación produjo efectos inmediatos en los planteles, por efecto del desgaste de los dientes de los animales y la imposibilidad de sostenerlos en esas condiciones en los campos.
El “vice” de la SRN lo ejemplifica así: “La ceniza es extremadamente abrasiva, es básicamente sílice, y es como si las vacas comieran vidrio molido. Entonces, el desgaste en los dientes es muy grande y éstos son la vida útil de un rumiante, porque efectivamente viven lo que duran sus dientes. En la Patagonia, una vaca vive diez años y en la provincia de Buenos Aires, 14 porque come alimento más blando. Pero la ceniza envejeció a las vacas en un promedio de dos años; les quitó dos años de vida”.
Al mismo tiempo, la sequía produjo menos pasto y eso provocó “menor porcentaje de preñez y menor cantidad de ganancia en kilos en toda la provincia”. Sin embargo, no hubo mortandad de vacunos y la razón es tan dramática como simple, según la relata Zimmermann: “Primero tenemos que diferenciar la situación de los establecimientos organizados, que básicamente hacemos vacas, de algo muy distinto que es la situación de los crianceros, donde sí hubo una mortandad muy importante. Pero en nuestros establecimientos lo que se hizo fue vender los animales…”.
En efecto, “todo lo que estaba complicado por el diente se vendió o se mandó a otros campos fuera de la provincia. Ahora bien, los animales que se fueron, por la barrera sanitaria, no pueden volver, y el resultado de eso es que muchos campos perdieron una gran cantidad de stock. No hubo mortandad porque se tomaron los recaudos a tiempo, pero igual hay muchísimas menos vacas…”.
Los planteles

Con todo, el gremialista rural tiene en claro que esa situación no es uniforme en toda la provincia: “Donde yo vivo, Quemquemtreu, tuvimos que sacar un 40% de la hacienda, pero mi vecino, que está al oeste, tuvo que vender o sacar el 80%. Después, conforme te vas hacia Los Lagos, que fue el departamento realmente más afectado por las cenizas, prácticamente te encontrás con campos despoblados. En fin, el fenómeno es variable porque fue variable la distribución de la ceniza. En cambio, la sequía nos afecta a todos por igual”.
Pero la recomposición de esos planteles llevará tiempo, acaso varios años en la visión de Zimmermann.
“Recuperar stock no va a ser sencillo, porque no hay animales y no podemos traer del norte, por el estatus sanitario. Entonces, la recuperación neuquina prácticamente se va a dar con los animales propios, y para eso hay que esperar que se recuperen los campos, que ahora están subpoblados, y que haya preñez. Va a ser largo….”.
El precio

Contrariamente a lo que ha ocurrido en otros períodos de contingencias climáticas, esta vez el precio que alcanza la hacienda en pie es muy bueno a ojo de propios y extraños.
Hace no más de tres años, las vacas neuquinas se pagaban a razón de 0,60 centavos de dólar por kilo vivo, cuando en la actualidad se están pagando a unos tres dólares. Pero el fenómeno es de alcance nacional, con un diferencial de alrededor del 20% a favor de la ganadería neuquina. Es que “el precio de la carne en la provincia sigue siendo muy influenciado por el deshuesado que viene de afuera”.
Puestos ya en la evolución estrictamente regional, Zimmermann llama la atención sobre un “nuevo actor” que también impacta en el precio: “Con el levantamiento de la barrera del paralelo 42, ahora podemos ingresar hacienda al sur, pero resulta que tenemos menos hacienda nosotros y menos hacienda ellos, porque también han sufrido la sequía. Sin embargo, la diferencia es que ellos tienen un gran poder adquisitivo. Mucha de la carne que producimos acá se está yendo al sur del 42, y eso hace que se incremente el precio al consumidor aquí. Hay gente en Comodoro Rivadavia, donde el promedio de sueldo es de 10.000 pesos por la industria petrolera, que paga el kilo de asado a 60 pesos, y eso es una aspiradora…”.
La incertidumbre
Hace unos años, “también hubo una salida de sequía pero los precios se derrumbaron por una cuestión política de entonces: se cerró la exportación”, explica Zimmermann, y agrega: “El productor tuvo que vender una vaca a 300 pesos y cuando la tuvo que volver a comprar valía 2.000; no había forma de hacerlo”.
Pero ahora “nosotros estamos vendiendo bien, sólo que tenemos otro problema: cómo ahorramos la plata una vez cobrada, para cuando haya que volver a comprar…”.
La preocupación de los productores hace pie en que “hemos vendido obligados la hacienda, a muy buen precio es cierto, pero eso quiere decir que no tenemos más animales y que al tiempo de tener que vivir nuestras familias, pagar sueldos a los trabajadores y hacer mantenimiento, también tenemos que guardar para volver a comprar vacas, y el asunto se complica por efecto de la inflación, el corralito del dólar, la incertidumbre que se genera en ese sentido…”.
La barrera

La ganadería neuquina ha dejado de percibir el “incentivo ganadero” que se puso en marcha durante la gobernación de Jorge Sobisch.
Los ruralistas, al menos desde la Sociedad Rural, no han reclamado ningún tipo de beneficio crediticio o subsidios para enfrentar la actual contingencia, salvo aquel tratamiento fiscal que se deriva de la declaración de emergencia y desastre agropecuario.
Sin embargo, está presente como serio desafío la recomposición de planteles y, en ese sentido, podría haber algunas medidas instrumentales a ser exploradas.
Zimmermann estimó que “podría pensarse alguna flexibilización de la barrera sanitaria norte, siempre que no comprometa la sanidad al sur. Está claro que hay que apuntar a que todo el país esté libre de aftosa sin vacunación y que no haya más barrera, pero la verdad es que el norte del país es de muy difícil control”, por lo que “nosotros estamos de acuerdo con esa barrera sanitaria siempre que tenga que ver con la sanidad y no con otra cosa. Pero tal vez se podrían buscar mecanismos como la cuarentena, el control de puro registrado u otras medidas instrumentales que nos permitan introducir hacienda para ir recomponiendo los stocks sobre los campos”.
La dimensión

Éstos y otros temas han sido conversados con las autoridades provinciales, pero de momento sin definiciones ni gestiones concretas. Para el vicepresidente de la Rural, “la provincia se ocupa del petróleo, porque nosotros no movemos la aguja”.
Casi en tono de resignación, dijo que “la provincia tiene 250.000 cabezas en un mar de 50 millones de cabezas: no es nada. Si hay alguna preocupación de la provincia por la ganadería es por la mano de obra que ocupa, que es bastante, y por el tema ambiental… pero lo que es producción no mueve la aguja para la política”.
fernando bravo

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