lunes, 23 de julio de 2012

Cuidar la salud y el bienestar de los caballos es cuidar al turf



Cuando en un stud termina de toser el caballo ubicado en el primer box, el del último ya está contagiado. Dicen que así de rápido se transmite la influenza equina, una enfermedad de gran morbilidad.
Desde hace una semana está presente en las villas hípicas de Palermo y La Plata. Técnicamente, la del tipo A subtipo2 H3N8. Hay menos en San Isidro. Tarde o temprano, la esperan por los haras bonaerenses. La próxima Exposición Rural, que comienza esta semana y en la que habrá una buena concentración de caballos, podría convertirse en caja de resonancia de la tos.
Tras detectar los primeros casos de influenza, el Senasa dispuso acciones para evitar la difusión de la enfermedad a nivel nacional e internacional. Paso uno, cerró la exportación de animales. Paso dos, recomendó dejar en reposo a los que tuvieran sintomatología y revacunar a los sanos. Mientras tanto, las carreras siguen, aunque en algún escritorio en un momento se analizó pararlas.
Peor le había ido a Paraguay con esto, que en mayo debió suspender su actividad por la enfermedad de la mitad de su parque caballar. Igual, nada comparable con la epizootia del 76, que aquí causó estragos, tuvo los hipódromos cerrados y dejó muchísimos caballos sangradores, entre otras consecuencias.
La buena noticia es que hay vacuna contra la influenza equina, hoy convertida en una enzootia. Funciona y no es cara. Claro, hay que aplicarla y no vacunar con la lapicera, como se dice que algunos hacen.
La vacuna que no hay, por lo menos de efecto comprobado, es contra la anemia infecciosa equina, mal que tuvo un caso reportado la semana anterior en el Bosque. La AIE es mucho más grave; directamente condena a muerte.
El Senasa mandó hacer exámenes sobre los caballos que estaban en la zona de influencia del enfermo y los primeros tests fueron negativos. Las pruebas deberán repetirse una vez más antes de liberarlos para volver a correr. Son más de 90 los parados, por los que habrá que pagar pensiones como si estuvieran en entrenamiento.
Si fuera posible tendrían que inventar una vacuna contra la irresponsabilidad de quienes ponen en peligro la salud de los caballos no cumpliendo con los planes sanitarios. O abrevar en otras soluciones. Por ejemplo, crear grupos oficiales que comprueben en forma fehaciente que los caballos reciban la inmunidad. Mejor prevenir que curar, siempre.
En otra columna que llevó el mismo título que esta de ahora, la semana pasada, se llamaba a cuidar el bienestar de los caballos. La obligación es de toda la industria. Un turf sin sanidad se va a los caños. Salud, divino tesoro..

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