martes, 31 de julio de 2012

Con la labranza se puede echar más nafta al fuego


Son indispensables las buenas prácticas.

En notas publicadas en las pasadas ediciones del suplemento Campo de La Nacion se comentan soluciones a dos problemas que se presentan en algunos sistemas de producción actuales: la compactación (densificación) de suelos y las malezas resistentes.Entre las opciones de solución se menciona la labranza. En mi opinión, es sumar otro problema en lugar de dar solución a los problemas; es algo así como echar nafta al fuego.
La aparición de suelos compactados, con baja macroporosidad y consecuente pobre aireación y captación de agua, y la de malezas resistentes o tolerantes a herbicidas son consecuencia de malas prácticas agrícolas.
La primera recomendación es evitar las malas prácticas agrícolas que los generaron.
En la compactación, inicialmente los suelos fueron degradados por su uso agrícola con labranza que favoreció la pérdida de MOS (materia orgánica del suelo), estructura física natural y sucesiva degradación por procesos erosivos hídricos.
En el caso de las malezas resistentes, la falta de rotación de cultivos, que favoreció la utilización de una clase de herbicidas (falta de rotación de principios activos) y el manejo inadecuado de los momentos de control en relación con la biología de las malezas presentes en el sistema. La ausencia de remoción por labranzas favorece la aparición de malezas que germinan superficialmente, por ejemplo, cardo, rama negra, entre otras. La recomendación de realizar una labranza para eliminar malezas presentes y enterrar semillas (pan para hoy) será hambre para mañana, contribuyendo a la degradación del suelo y pérdida de su funcionalidad. Además de despertar un banco de semillas latente en profundidad.
En una visión integral del sistema de producción, mirando el tren (sistema) y no el vagón de la formación (cultivo) deberíamos iniciar el proceso de solución de estos problemas realizando buenas prácticas agrícolas.
La incorporación de cultivos de gramíneas de invierno y verano, fertilización adecuada para que haya una mejor productividad además de un mayor aporte de biomasa aérea y radicular, mayor intensidad de rotación evitando períodos del año sin actividad radicular y garantizando la cobertura permanente de los suelos con abundantes rastrojos. Estas recomendaciones en ausencia de remoción de suelo permitirán la regeneración de macroporosidad por la actividad de las raíces y una creciente actividad biológica del suelo.
Ante la recomendación de buenas prácticas agrícolas habitualmente se anteponen restricciones comerciales de los cultivos, costos de los fertilizantes para las gramíneas, dificultades en lograr contratos de arrendamiento de largo plazo, etcétera. Son realidades que debemos superar trabajando sobre ellas, pero no agregando nuevos problemas. Para una larga caminata siempre hay que dar el primer paso, no remover el suelo. Es importante tener presente que el insumo tiempo en los sistemas de producción es muy valioso y por más que quiera comprar materia orgánica del suelo o macroporosidad no será posible. Sólo se podrán regenerar manteniendo en el tiempo un sistema de producción en siembra directa, con diversidad de cultivos (gramíneas, leguminosas) e intensidad (más de 1 cultivo por año), con adecuada fertilización, manejo integrado de plagas y un uso racional de fitosanitarios. Desde Aapresid compartimos nuestras propuestas de solución en agricultura certificada –www.ac.org.ar – y en la Red de conocimiento en malezas: www.rem.org.ar .

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